El
origen del Design Thinking
En un mundo
empresarial cada vez más competitivo,
las empresas que quieren mantenerse en la cima empresarial necesitan de
la Innovación. El verdadero riesgo actual de las empresas está en no
arriesgarse, y por tanto, las empresas que no quieren desaparecer deben moverse
hacia el cambio. Además, ahora nos encontramos en la era de las personas, en la
cual se conoce que la tecnología, los procesos, los ordenadores y las máquinas
no son garantía por sí solos de éxito empresarial. Las personas, y su capacidad
creativa e innovadora, son el factor clave.
Bajo estos
planteamientos nace el concepto de Design Thinking, y la figura de los
diseñadores, como aquellas personas que tienen más desarrolladas las
habilidades de la creatividad, el ingenio y la imaginación; y el gran valor,
que este pensamiento y estructura mental diferente, puede también aportar para
dar solución a retos complejos de las
empresas, acostumbradas a contar sólo con personas con un pensamiento centrado en
cuidar el "bottom line" o el resultado final del negocio.
Entre las primeras
apariciones de este término podemos citar, que allá por el año 2000, Ken Cato,
uno de los más reconocidos diseñadores, presidente y fundador de la gran
multinacional del diseño, Cato Partners, titulaba uno de sus libros como
“Design by Thinking”. En este libro se planteaba el uso de las ideas, el
pensamiento lateral y la utilización del cerebro humano como la mejor máquina,
la más eficaz y veloz para el diseño. Esto lo fundamentaba en que un buen
diseño necesita comprender el problema, observar e identificar las
oportunidades e interpretar lo que parece claro y normal desde una perspectiva
diferente. Ken Cato decía: “La gente me pregunta: ¿usas ordenadores para
diseñar?, y yo les digo que no. Yo uso mi cerebro, que es mucho más veloz”.
Sin embargo, la
popularidad y conceptualización en detalle del Design Thinking se la debemos a
Tim Brown, profesor de la escuela de Ingeniería de la Universidad de Stanford y
fundador de la prestigiosa consultora de diseño e innovación llamada IDEO. Tim
Brown en 2008 en este artículo “Design Thinking” publicado
en la revista HBR (Harvard Business Review) explicaba con todo detalle que significaba
este término.
Definición de Design Thinking
Según
Tim Brown, el Design Thinking o el Pensamiento de Diseño, traducido al
castellano, es una disciplina que usa la sensibilidad y métodos de los
diseñadores para hacer coincidir las necesidades de las personas con lo que es
tecnológicamente factible y con lo que una estrategia viable de negocios puede
convertir en valor para el cliente y en una oportunidad para el mercado.
Aspectos a destacar del Design Thinking
¿Cuáles son los
aspectos que podemos destacar del Design Thinking?
- El Design Thinking es una herramienta, de las múltiples que
existen, para la Innovación. Es una metodología que sigue un proceso con
varias etapas pero que no es lineal, es decir, propone iterar en algunas
de ellas, e incluso volver atrás en algunas de las etapas si fuese
necesario. Como otras metodologías persigue el propósito de fallar rápido
y barato, es decir, de evitar que se llegue al paso final del desarrollo y
la comercialización, que es siempre el más caro, de un producto no
adecuado.
- El Design Thinking es un proceso centrado en el ser humano, dónde
el consumidor final es lo importante. La empatía es la base del proceso, y
se centra en entender a las personas.
- El Design Thinking es un proceso que requiere de un trabajo de campo, de un trabajo arduo y duro. Tomás A. Edisón decía: “La Innovación es 1% inspiración y 99% transpiración”. Este proceso se basa en tres conceptos claves que hay que trabajar:
- Identificar quien es el “jefe” hablando en términos de Mercadona,
el cliente o el consumidor final. El “WHO”.
- Identificar qué necesidad tiene. El “NEED”.
- Identificar cómo podríamos satisfacer esta necesidad. El “INSIGHT”
- Para observar, siempre desde el punto de vista de un espectador, mirando a las personas y sus comportamientos dentro del contexto de su vida diaria.
- Para interactuar, generando conversaciones y preguntando. El punto importante es preguntar siempre ¿Por qué?, para descubrir nuevos significados, y si no lo tenemos seguir preguntando más veces ¿Por qué? ¿Por qué?.
- El Design Thinking a diferencia de otras metodologías de
Innovación y técnicas de resolución de problemas, defiende el pensamiento
integrador y global, y no prioriza entre el pensamiento creativo y el
analítico, sino que trata de mezclar los aspectos positivos de ambos.
- El Design Thinking trabaja en equipo. Este equipo debe juntar
personas de diferentes disciplinas ya que la diversidad permitirá sacar a
la luz ideas diferentes, y conectar ideas desde diferentes puntos de
vista. Recuerdo un proverbio africano que viene al caso y que dice: “Si
quieres llegar rápido camina solo, si quieres llegar lejos camina en
grupo”.
- El Design Thinking establece una cultura de prototipos, de
construir para pensar y evaluar para aprender. Trabajar con prototipos no
debe asustar pues no es más que la generación de elementos informativos,
que pueden ser desde un post-it o un dibujo a un objeto u artefacto, o
incluso algo no físico, como una historia o storytelling. Lo importante es
tener algo sobre lo que podamos trabajar y experimentar.
El proceso de Design Thinking
¿Cuáles son las
etapas del proceso? El proceso de Design Thinking tiene seis etapas, aunque
como ya he comentado antes, estas etapas o pasos no son lineales. Las seis
etapas son:
- Entender. En esta etapa el equipo de Innovación se reúne para
entender el reto o el problema que el proyecto debe tratar de resolver. El
análisis en profundidad de estudios de mercado y/o estudios sobre la
competencia para el caso de que el reto sea lanzar un nuevo producto es
una muy buena base. En esta fase se define quién o quienes van a ser
nuestros clientes.
- Empatizar. En esta etapa se pone al usuario en el centro del
proceso de Innovación. La clave en esta etapa es “salir a la calle”, para
observar a las personas y también para interactuar con ellas. En esta fase
hay que “sufrir la calle” pasando un día, dos o una semana en la vida real del cliente, de esta
forma podremos detectar cuáles son sus verdaderas necesidades y descubrir
los poderosos “insights” o las oportunidades dónde innovar.
- Definir. Una vez que se tiene el conocimiento en detalle sobre el
cliente y sus necesidades, es el momento de definir el reto o el problema al que queremos
dar solución. En esta etapa, y si el equipo ha realizado un buen trabajo,
y tiene la capacidad y humildad para cuestionarse, es probable que el
problema original haya cambiado, y sea visto de una forma diferente, lo
cual permitirá poder encontrar soluciones innovadoras.
- Idear. Tras Entender, Empatizar y Definir es cuando llega el
momento de generar ideas que puedan dar solución al reto o problema
definido. El Design Thinking tiene en estas tres etapas la base para que
el proceso de ideación tenga un foco para generar ideas, a diferencia de
una práctica general en las empresas de empezar sus proyectos de
Innovación con un campaña de captación de ideas, brainstorming o similar.
El Design Thinking quiere evitar que se lancen ideas sin preparación o que
no hayan entendido bien el problema,
que se lancen ideas “huérfanas”.
- Prototipar/Testear. En esta etapa es fundamental crear prototipos
rápidos y baratos que se puedan testear con los clientes, para recibir su
“feedback”, corregir errores y volver a iterar hasta conseguir una
solución satisfactoria para el reto o problema planteado. Trabajar con
prototipos es de las cosas que más temen las empresas, y la mayoría
esperan que las ideas generadas en la etapa anterior sean perfectas, pero
la idea perfecta es aquella que se trabaja y se va construyendo de forma
iterativa.
- Implementar. Una vez que se ha llegado a una solución
satisfactoria, es la alta gerencia la que finalmente decide si da luz
verde a la puesta en funcionamiento.
Un ejemplo de Design Thinking: El Cajero ABIL del Banco BBVA
Un ejemplo de Innovación
desarrollado bajo la metodología del Design Thinking, es el Cajero ABIL del Banco
BBVA. El Cajero ABIL es un nuevo concepto de cajero automático, que amplía las
funcionalidades normales de los cajeros
tradicionales, y que consigue sobre todo, que las funciones existentes sean más
simples, humanas y sencillas, mejorando al máximo la experiencia del usuario. Para
el proyecto ABIL, BBVA sumó a su experiencia propia, la de la firma de Design
Thinking IDEO, creadora del concepto y diseño, la de NCR, como empresa
ingeniera fabricante, y la de Fujitsu, como autora de la interfaz de
comunicación hombre-máquina.
Para la creación, el diseño y el desarrollo
de ABIL se llevaron a cabo todas las etapas del Design Thinking guiados por la
firma IDEO. En primer lugar, se trató de entender y comprender la necesidad
identificada de crear un nuevo concepto de cajero automático. Se identificó,
que pese a que el cajero automático es una pieza clave de la relación entre el
banco y el cliente, su apariencia y funcionalidad, apenas habían evolucionado a
lo largo de su vida, al margen de unas cuantas mejoras técnicas. "Si algo
funciona no lo cambies", de acuerdo, pero ¿hasta el punto de ignorar la
revolución de los interfaces de comunicación hombre-máquina?, ¿por qué
conformarse con una infrautilización de los cajeros si tras esa pantalla hay
muchas más posibilidades para hacer más sencilla y rica la experiencia del
cliente?. En España, notaron que existía un gran número de personas,
especialmente mujeres con niños, discapacitados y personas de la tercera edad,
que preferían sacar dinero directamente en la caja de los bancos y que les
atendiera una persona, que ir a un cajero automático. También se observó que la
gran mayoría de los depósitos, en lugar de hacerlos por la opción permitida del
cajero, se preferían hacer por ventanilla.
Tras esta primera etapa, se dio
paso a un trabajo de inmersión, de salir a la calle, de ponerse en la piel del
cliente, de ver a lo que se enfrentaban, y de conocer preguntándoles a ellos
directamente, cómo debía ser su cajero ideal. IDEO se dio cuenta de que la
limitación a la interacción del cliente con los cajeros automáticos no era la
información, los servicios o las ventajas proporcionadas. El fallo estaba en la
manera en la que se les presentaba, y es que muchos clientes percibían que las
máquinas no eran lo suficientemente intuitivas, fiables, o transparentes.
Una vez se tuvo claro el problema
y la necesidad a satisfacer, se pasó a definir que el objetivo, más que ampliar las funcionalidades del
cajero, era el de conseguir que las funciones existentes fuesen más simples,
humanas y sencillas. Había que humanizar el cajero. Hasta 30 profesionales de
múltiples perfiles trabajaron en las diversas fases del desarrollo conceptual
de ABIL bajo la supervisión de un core team de siete personas de la empresa
IDEO: diseñadores de comunicación, de interacciones, diseñadores industriales,
expertos en factor humano… todo ello sin perder de vista el beneficio para el
usuario.
Pasar a la práctica fue el
siguiente paso, creando prototipos y testándolos con los clientes, para ello el
proyecto contó con NCR y Fujitsu. La labor de NCR en la creación de ABIL fue
nada menos que diseñar y construir los dispositivos que IDEO iba diseñando
conceptualmente. Los tres mayores retos en este proyecto fueron el diseño y
fabricación del shuttle o brazo mecánico para que todas las operaciones fueran
entregadas al cliente por la "boca única", el giro o disposición de
la interfaz en 90º con respecto a la pared, y la encriptación de los
datos dentro de la propia pantalla. Por otra parte, Fujitsu acometió una
doble labor de creación en el proyecto ABIL: desarrolló la interfaz de
comunicación máquina-usuario y creó la aplicación que comunica el cajero con el
back-end del BBVA. El desafío en esta etapa fue conseguir un dispositivo
que tuviese el balance perfecto entre un diseño novedoso, y la eficiencia y
eficacia requerida.
El resultado tras cuatro años de
trabajo fue ABIL un terminal de autoservicio bancario radicalmente diferente
que apostaba por la mejora de la experiencia del usuario.
Ya implementado, entre las características
de ABIL destacan: la pantalla, el diseño, los menús, la usabilidad y la
privacidad. ABIL cuenta con una pantalla táctil de 19 pulgadas, con un espacio
junto a ella para depositar los objetos personales. Las operaciones se realizan
tras un cristal opaco que impide ser observado y su navegación es similar a la
de un Smartphone o Tablet. ABIL se personaliza y conoce las operaciones más utilizadas
por el cliente, ofreciéndoles accesos directos para agilizarlas. El usuario
también puede elegir desde cuál de sus cuentas asociadas quiere operar y el tamaño
de los billetes que desea retirar. Las transiciones entre el mundo real y
el virtual se han cuidado mucho para aportar tangibilidad y reforzar la
confianza.
Hasta
el momento, BBVA ha instalado 20 cajeros ABIL en veinte oficinas del territorio
nacional y tiene como objetivo a medio plazo llegar hasta 200, lo que supone el
4% de la red total de cajeros del Banco en España.
El Design Thinking
es sin duda una de las herramientas para la Innovación, más populares y que
está generando cada vez más interés. Es una metodología muy práctica que te guía paso a paso por el
proceso de Innovación, y aplicable para innovar en cualquier ámbito, ya sean
nuevos productos o servicios, procesos o modelos de negocio.
Para mí el Design
Thinking, es una metodología de base como método de proceso, sin embargo tiene un
punto débil muy importante. Este punto débil es que no considera si las
soluciones a las que llega el proceso son o no rentables para la empresa, es
decir no desarrolla un “business case” o caso de negocio para estas soluciones,
lo cual no ayuda en la práctica a la alta gerencia a tomar decisiones para
validar los proyectos. Personalmente considero imprescindible incorporar al
proceso del Design Thinking este “business case” como complemento o mejora del
mismo. Como ejemplo conocido, todos habréis visto el video de IDEO sobre el diseño
de un carrito de supermercado, sin duda la solución fue capaz de dar respuesta
a todas las necesidades requeridas por los usuarios, pero ¿ha visto alguien
este carrito en alguno de los supermercados dónde suele hacer la compra? la
respuesta es que no, porque seguro que no fue rentable para ninguna cadena de
supermercados.
Un
última consideración que quiero compartir es que aplicar en una organización
una metodología como Design Thinking, o cualquier otra, requiere de trabajo,
rigor y esfuerzo, que sólo tendrá sentido si la empresa está preparada para la
Innovación, ya que ésta, en muchas ocasiones sólo se encuentra en las
organizaciones en el ámbito del discurso y la intención. La aplicación de Design Thinking debe ir
integrada dentro de un Sistema de Gestión de la Innovación, donde aparte del
proceso, también se trabaje la cultura de Innovación, ya que el proceso
requerirá de personas que tengan las competencias necesarias para llevarlo a
cabo con éxito, ¿estamos preparados para aplicar el Design Thinking en nuestras
organizaciones?